Una pequeña lesión o una quemadura solar pueden estropear rápidamente un viaje, por lo que es importante llevar lo necesario para que la estancia sea más agradable de principio a fin.
Los clásicos
Cuando hablamos de un botiquín, inmediatamente pensamos en llevar vendas y desinfectante. En efecto, se trata de una muy buena idea, ya que evita el riesgo de infección y garantiza una curación más rápida de las posibles heridas. A esto hay que añadir, según el destino, una protección solar adaptada y un repelente de mosquitos. En cuanto a este último, a menudo es en el país de destino donde se pueden encontrar productos más eficaces que respondan a las necesidades in situ.
En los que no piensas
Además de los productos habituales, siempre llevo conmigo suero fisiológico, ya que es muy útil para eliminar las impurezas de los ojos, como la arena, o para aliviarlos de la irritación. Además, las pinzas son imprescindibles para quitarse una espina o un trozo de concha. Este es el tipo de inconveniente que puede estropear rápidamente un viaje y limitar los desplazamientos.
Por último, recomiendo encarecidamente los tapones para los oídos. Dormir bien es esencial, sobre todo después de días en el agua, para aprovechar al máximo cada jornada. No importa dónde vayas. Tanto si pasas la noche junto a la sala de máquinas de un barco, en medio de la selva rodeado de los sonidos de la vida salvaje o en un albergue juvenil de Nueva York, te alegrarás de tenerlos.
Para los que llevan gafas o lentillas, creo que es esencial tener un par de repuesto. Es un poco como las herramientas, esperas no tener que usarlas, pero te alegras de encontrarlas si las necesitas.
Cada kit de cuidados es único, por lo que es importante pensar en él antes de salir y encontrar el equilibrio adecuado sin sobrecargarse.
