Día 4: Fabulosa pesca a la deriva a orillas del río Pasimoni

© Julien Goron

El éxito de la pesca a la deriva no se improvisa: discreción, concentración, anticipación y precisión son las claves del éxito de la pesca en la jungla.

Prospección de bajíos: forrado a 75 cm

Para este 4º día, nos dirigimos hacia el sur. Tras 45 minutos de navegación, pasamos por una playa que bordea el río. A unos 200 metros, nos llamó la atención un desnivel semitransparente sembrado de ramas. Damos media vuelta y decidimos explorar la zona a la deriva.

Christophe está al frente y lanza primero. No pasa nada. Segundo lance con el popper y badaboum, explosión en la superficie. El carrete canta al instante y el pez se dirige directamente a un tocón. Sin duda es un pez precioso. Tras un segundo lance igual de preocupante, el pavón admite la derrota. Un buen 75 cm Un buen comienzo del día.

Nada como eso para sacarme de mi letargo. Puse un popper, decidido a volver al marcador. Dos derivas más tarde, fue mi turno de ser atacado muy violentamente. Recogida. Vuelvo a lanzar y, justo cuando estaba a punto de sacar mi señuelo del agua y anticipar mi siguiente lance, me salpica un ataque tan ágil como veloz. Habiendo visto su cola, ya tengo una idea de la criatura. Una batalla terrible. Otros 75 cm. Estamos encantados.

Un festival de pequeños pavos reales a mosca

Encantados con esta pesca a la deriva, volvemos a empezar un kilómetro más abajo por un estrecho brazo del río. Aquí la corriente es más fuerte. Lanzamos entre 5 y 10 metros hacia la orilla, muy concurrida. Perfecto para pescar con mosca Con mi línea intermedia Rio Outbound bien cargada en la punta, es ideal. En una quincena de lances, mi Andino Deceiver fue sistemáticamente atacado por pequeños pavos reales de unos treinta centímetros. Esta pesca más fina es muy agradable.

12:00, hora de comer. Un macizo rocoso está a la vista. Perfecto para un descanso. Apenas tuve tiempo de engullir una comida muy copiosa, cuidadosamente preparada por el chef, una cacería me distrajo del postre. Primer lance con mosca y un pavo real mediano. Pensé que sería más grande, pero aun así fue una buena pelea. Segundo lance un poco más adelante, lo mismo. Por último, mientras buscaba en la roca, pesqué no menos de veinte peces de entre 30 y 50 cm.

Acérquese a la vida salvaje pescando a la deriva

José, agarrado a su motor de 20 CV, nos lleva más al sur que nunca. No es lo mismo que el lucio, me digo, mientras mastico un espéculo. En cualquier caso, ya es hora de que nos pongamos manos a la obra con un pez grande. Echo un vistazo rápido a mi caja de aparejos. El Woodshopper de mi primer pavo real sería perfecto. Primer lance en la rama de un árbol. Lo recojo con un machete, ese es el precio.

Desde allí, nos dejamos llevar a la deriva, no muy lejos de la orilla. El olor de los cadáveres en descomposición nos hace cosquillas en la nariz. Es atroz. Mientras soltamos amarras, observamos la orilla, con los sentidos alerta. Nada Anaconda", grita José desde la popa. Por lo que deduzco de su explicación, es el olor putrefacto que emana de la piel de la serpiente cuando está haciendo la digestión.

Mi concentración se desvía y olvido que mi señuelo de hélice está prospectando aguas arriba de la orza: ¡boom! Asisto al ataque más prodigioso que he visto desde nuestra llegada. Volvemos a lanzar, nada. "Él defiende su nido" replica José...

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