Ataques violentos en defensa del nido
De hecho, parece que cuando se pasa un señuelo por encima de un nido lleno de lubinas pavo reales juveniles, la hembra se muestra muy agresiva. Al instante, el pez se levanta con pugnacidad para dar un virulento arrebato. Evidentemente, su intención no era agarrar el señuelo. Lástima, ¡estaba rollizo! Más tarde, al contar la anécdota a nuestro guía, nos explicó que las hembras de pavo real siempre protegen ferozmente a sus crías de posibles depredadores. Cuando no están explorando el entorno inmediato, los alevines encuentran refugio en la boca de su madre.

Caza al borde de una lubina gigante
Seguimos descendiendo a ritmo tranquilo hasta llegar a la desembocadura de un río. El paisaje se abre y, a nuestra izquierda, un banco translúcido va tomando forma. Partimos en esta dirección. De repente, el sonido de la caza nos hizo levantar la vista. Al borde mismo de la orilla, bajo las palmeras, a unos 40 metros de nosotros y bajo una película de agua, distinguimos la aleta dorsal de un gran pavón que persigue a su presa. La excitación se apodera de nosotros y nos preparamos al instante para la acción Con el tiempo justo para avanzar ligeramente, nos lanzamos con todas nuestras fuerzas para alcanzar al acechador.

Una lucha violenta entre las ramas
Mi señuelo de hélice fue el primero en caer en la zona de caza. Un largo tirón y ¡pum mi caña se rompe de repente! Se produjo una lucha cuerpo a cuerpo. El pez chocó contra una rama. Lo frené al extremo, muy confiado con mi trenza de 50 libras. Ahora estaba libre de obstáculos. José aprovechó para bajarse y consiguió atarse a la rama de una palmera enterrada a pesar de la fuerte corriente. Ahora podemos distinguir el tamaño del monstruo en el agua clara. ¡Es un pavón realmente grande! Uno de esos peces que vienes a buscar al Pasimoni.
Un gigante de la selva de 80 cm en la red
Con la aleta dorsal erizada, esta criatura indómita se contonea con toda su fuerza. Es el amo de este lugar y me lo hace sentir. Estoy receptivo. Consciente de mi privilegio, intento aprovechar mi oportunidad. Tras varios vaivenes, nuestra valerosa criatura abandona su lucha en la red con dignidad.
¡Qué belleza tan majestuosa! Con unos 80 cm, es una buena cosecha. Saboreamos colectivamente nuestra captura y las fantásticas circunstancias de esta oportunidad. Unas cuantas fotos de recuerdo, una compasiva reoxigenación y devolvemos nuestra ofrenda al río.

Ahora toca volver al campamento, con la cabeza llena de estos momentos de alegría, para compartir nuestras hazañas diarias con nuestros compañeros. Y como todas estas emociones han dejado huella en nuestros estómagos, ya sólo podemos pensar en disfrutar de las sabrosas tapas del aperitivo... ¡Sin olvidarnos de volver a atarnos los nudos para estar listos para el amanecer!
