Hace siete u ocho años que no vuelvo a este río de Bouches-du-Rhône ni a los lugares que descubrí entonces.
Allí pesqué mi primera carpa con moscas a la vista, pero no sin cierta dificultad. Las carpas son peces astutos y hay que tener más de un as en la manga para burlarlas. Como toda pesca a la vista, es una pesca muy interesante, pero con peces mucho más astutos de lo que parece. Al final de una caña de mosca, la carpa es un auténtico bólido que proporciona grandes sensaciones
Así que me llevo una caña de seda de 9 pies y 6 pulgadas, que me permitirá tentar a algunas buenas carpas, así como a los numerosos cacho e incluso a otras especies como el barbo si me encuentro con alguna durante el día.
Una mirada retrospectiva a uno de mis lugares favoritos.
La víspera, consulto Google maps para encontrar mis sectores y preparar mi equipo. El gran día, cojo el coche para llegar lo bastante temprano para favorecer la pesca matinal, porque en pleno verano las carpas suelen alimentarse antes del calor.
Tengo tres sectores en mente y primero voy al que era el mejor sitio en ese momento. Es una parte más ancha y profunda del río donde abundan las carpas y a menudo con poca agua.
Aunque el tiempo ha sido muy cálido con grandes cielos azules durante los últimos días, esta mañana está bastante nublado. Cuando llegué allí, la luz no me favorecía y me resultó más difícil avistarlas, sobre todo porque el agua no estaba tan clara como cuando fui a finales de mayo y principios de junio.
Preparé mi caña Redington Crux de 9 pies y 6 líneas, en la que puse una línea flotante Rio Single Handed Spey que me permitirá hacer largos lances, lances muy utilizados allí. Añadí un bajo de línea de 2,5 m prolongado por una punta de fluorocarbono de 1,5 a 2 m en 27°, ya que hay algunas carpas muy bonitas de entre 3 y más de 10 kg.
Pez activo, pero no fácil de seducir
Nada más llegar, divisé nubes de cieno en suspensión, prueba de que las carpas estaban allí, activas y alimentándose en el fondo. Es la mejor situación de pesca que se puede encontrar. De hecho, en este escenario, se están alimentando y, por lo tanto, serán capturables si intento encontrar algo que las seduzca. Para la ocasión, les he proporcionado imitaciones de gusanos, sanguijuelas y cangrejos de río, así como chiros y larvas de libélula de varios tamaños y pesos, y un montón de streamers negros, marrones y aceitunados.
En primer lugar subo por el largo sector profundo para tratar de encontrar uno en el borde en poca agua para poder cogerlos a la vista y verlos agarrar mi mosca.
Después de más de 20 minutos, todavía no hay carpas a la vista. En la cabecera del estanque, una carpa común está en una pequeña cantidad de agua, con la cabeza en el fondo buscando su comida. Justo a tiempo para prepararme para lanzar y ya está en movimiento, dirigiéndose a las profundidades. Caray. Oportunidad perdida
Me dirijo de nuevo río arriba a un lugar donde sé que a las carpas les gusta pasar el rato. Veo la primera, pero mi mosca la deja indiferente. Espero un rato antes de volver a verla, pero tras seguir mi mosca, vuelve a desdeñarla. Toco la garza un rato y luego no la vuelvo a ver.
Veo unos cuantos cacho guapos merodeando. Preparo una pequeña larva de libélula para tentarlos, ya que por desgracia me había olvidado de las pocas moscas de superficie que tenía previstas. Había traído algunas imitaciones de cigarra que compré en Nueva Zelanda, una imitación de libélula adulta y un par de moscas raras que les habrían gustado. Se quedaron en mis maletas Estoy decepcionado, porque los cacho grandes en la superficie siempre son muy divertidos.
Esperé un rato y divisé un banco de 4/5 bonitos peces y les lancé mi mosca. Como suele ocurrir, al impactar se abalanzaron y pesqué mi primer cacho a la vista. Un bonito pez de unos 50 cm. En esta zona común, la lucha es divertida aunque el aparejo sea demasiado potente para disfrutarla de verdad. Pero este tipo de acción siempre es muy divertida.
Un día de éxito
Después de esperar de nuevo en este punto, y otro rechazo en una carpa que parecía ser una bonita carpa de cuero. Volví a bajar al primer sector, sabiendo que era donde tenía más posibilidades de ver algunos buenos ejemplares y encontrarlos alimentándose en los bordes.
En efecto, me encuentro con tres hermosas carpas en un banco, todas de más de 5 kg, que suben por el fango. No consigo que se interesen y decido montar una imitación de sanguijuela negra, lo suficientemente lastrada como para bajarla rápidamente delante de los peces.
Más abajo otras dos carpas también están activas y muestran una nube de barro. La primera no se interesa a pesar de los bonitos lances y presentaciones. Bajo a probar con la otra más abajo y en menos agua. En el primer lance, no parece ver mi mosca. Volví a intentarlo y lancé mi imitación bien río arriba, tirando del líder para ajustar la dirección y acercarla al fondo. Vi que aceleraba, bajaba y de repente se me tensó el bajo de línea. Instintivamente, tensé el sedal. ¡Llegó al final!
Sale a toda velocidad hacia mar abierto y las profundidades. La dejo ir un rato, porque incluso a 27° estas grandes carpas pueden romperte con sólo acelerar Luego la presiono rápidamente para evitar que haga lo que quiere. Finalmente intento lo mejor que puedo...
¡Estoy muy contento, porque estas grandes carpas hay que ganárselas y debo admitir que estoy bastante gratamente sorprendido de tener ya una al final! Después de varias idas y venidas, por fin la veo en menos agua. Es un soberbio espejo que debe pesar entre 6 y 8 kg. Su espalda es ancha y es bastante fornida. ¡Mi pequeña caña de seda de 6 está bien doblada! Una 7 u 8 habría sido más adecuada para este tamaño de pez. Hago tanta presión como me permite mi líder para meterlo un poco en el agua. Olvidé mencionarlo, pero no me llevé mi red de desembarque porque no habría cabido en mi maleta. Esta salida estaba prevista pero, por una vez, la pesca no era el objetivo de este viaje. Así que estoy en un aprieto, porque sacar una carpa grande, solo y sin red, no es ninguna hazaña.
La única solución es vararla. La he metido varias veces en 30 cm de agua, pero nunca he podido ponerla de lado para detenerla. Siempre se da la vuelta y vuelve a salir, ¡haciendo cantar al freno de mi Spectrum C! En el último intento, la presioné aún más. Volvió a girar y entonces empezó el drama. Se arrancó la mosca de la boca. Mi sanguijuela estaba bien clavada en sus gruesos labios. Pero la presión excesiva debe haber desgarrado su labio o simplemente se cayó. Estoy realmente decepcionado por no tener una foto, ¡pero es lo único que falta de esta magnífica acción y épica lucha! ¡Las carpas son valientes luchadoras!
Soy positiva y me digo a mí misma que sólo llevo aquí una hora o así y que aún tengo tiempo de sobra para hacer otra. Espero...
Me quedo en este lugar, pero las carpas pasan menos a menudo en poca agua. Tomaré aún algunos rechazos, incluso cambiando de mosca, luego la sombra llega sobre el lugar y decido cambiar de esquina para ir sobre un sector mucho más río abajo muy pescado también.
¡Un cambio de foco que salva vidas!
Conduzco diez minutos y aparco. La memoria no me falla y enseguida encuentro el lugar. En el primer agujero, me encuentro con una carpa común en la superficie, que debe de estar durmiendo la siesta como varios de los peces anteriores. Cuando hace demasiado calor, las carpas dejan de alimentarse y se instalan bajo las ramas en la superficie para descansar. Me digo que es probable que el día se acorte porque debe hacer unos buenos 30° a la sombra. Me trago el bocadillo a toda prisa y me dirijo al segundo agujero.
Río abajo, un común de buen tamaño está en menos de 40 cm de agua, con la cola por debajo de la superficie y la cabeza en el fondo. Rápidamente, tuve que ofrecerle mi mosca antes de que se moviera. Al segundo lance, mi pequeña larva de libélula pasa por debajo de su nariz. Se mueve hacia delante y la aspira. Atada en el momento justo, sale. Se desplaza río arriba, arrancando varios metros de seda de un tirón, y se refugia en las profundidades del agujero. Salté al agua y crucé el río lo mejor que pude para llegar a la orilla menos profunda, donde podría vararlo. Es un pez más pequeño que el de esta mañana, pero súper potente.
Efectivamente, en este río caudaloso, las carpas son muy vivaces y rápidas, sobre todo las comunes. Reconozco que al principio tuve que aguantarme un poco e hice lo que pude para evitar que se metiera entre las ramas, las rocas y todos los obstáculos en los que intentaba hacerme compañía. Finalmente, después de varios minutos, conseguí dominarla y obligarla a venir hacia mí en un poco de agua. Estas carpas tienen un santo horror y se van siempre a toda prisa. Me recuerda a esta mañana y me digo que sin red de desembarque, volverá a ser doble o nada. Pero como no soy tan grande y pesado como el de la mañana, debería poder ponerlo de lado en 6 sedas. Es la única manera de inmovilizarlos y luego agarrarlos por la cola. He hecho esto muchas veces con dorados bolivianos, truchas marinas gigantes de Tierra de Fuego y muchos otros peces, ¡y no es una carpa la que va a volver a ganar la pelea!
Por fin, tras varios intentos tan estresantes como dolorosos para mí, lo he conseguido. Estoy muy contento, ¡porque la frustración de esta mañana aún se me habrá quedado en la garganta! La admiro, le hago unas fotos y la vuelvo a poner en su elemento. ¡Brillante!
Solo vi una carpa, pero en demasiada agua como para pescar a vista correctamente y verla capturada, por otro lado tuve mi revancha con los grandes cacho de la zona. Durante el día, pesqué una buena docena, incluyendo varios en el rango de 45/50 cm. Buena acción, aunque lamento no haber podido pescarlos en seco.
Fue todo un día, acortado por el calor, para este regreso a este bonito río de segunda categoría. Estoy muy contento de que mi plan haya salido bien y de haber podido hacer un día de pesca durante esta breve pausa entre temporadas.
