Recuerdo de pesca / Recuerdos de pesca en el Loira, el castillo de Arlempdes

© Kizou Dumas

Hagamos un viaje a los años 70 para descubrir el Loira y el castillo de Arlempdes. Son tiempos nostálgicos para todos los pescadores de truchas a mosca.

Un rico patrimonio

A lo largo de su curso, el Loira ha seducido a los constructores. Numerosas mansiones y castillos se han construido a lo largo de sus orillas. Pero mucho antes de la suave belleza de Anjou o la magnificencia de Tours, los primeros meandros del curso del río se adornaron con construcciones defensivas.

Tomemos el Loira un poco más abajo. ¡Qué hermoso es en su curso de primera categoría! Cae en cascada, se arremolina, serpentea entre las rocas a las que se aferran algunos pinos achaparrados Es joven y un poco loco. Ha visto nacer sus primeros castillos. Arlempdes es uno de los más imponentes. Al llegar al lugar, uno se siente irresistiblemente atraído por estas majestuosas ruinas.

Les bords de Loire ©KizouDumas
Las orillas del Loira ©KizouDumas

Un solar abandonado

Recuerdo que fue en los años setenta. Yo era supervisor en el internado Notre Dame de France de Le Puy-en-Velay, a un puñado de kilómetros. Tenía mucho tiempo libre entre mis estudios y, cuando hacía buen tiempo, aprovechaba estos largos momentos de ociosidad para perderme en estas ruinas. El lugar estaba más o menos abandonado. Bastaba con ir a la pequeña posada del pueblo y pedirle a la dueña que te diera la gran llave de hierro, y te olvidabas, por una tarde, de que estabas en el siglo XX. A menudo, cuando el propósito de mi visita era disfrutar de un rato de pesca, me olvidaba de la hora que era. Me quedaba hasta la noche soñando solo en compañía de Messire le Chevalier d'Arlempdes cerca de la capilla. No importaba, ¡la pesca era para otra ocasión!

Le château d'Arlempdes ©KizouDumas
Castillo de Arlempdes ©KizouDumas

Siempre es un buen momento para pescar

No hace mucho, volví a este lugar mágico. Fue un poco menos mágico, ya que me pidieron que pagara quince euros por el derecho a atravesar la barrera. Así que volví a las orillas del Loira y me fui a pescar.

Aquel día, el río me hizo un gran regalo. El sol se ponía tras el viejo torreón y yo ya me preparaba para volver a salir. Pero me esperaba un hermoso encuentro en forma de una magnífica trucha de casi 40 cm capturada con una mosca ahogada. Parecía decirme: "No te arrepientas, aunque los días de los caballeros hayan pasado, el río sigue fluyendo por estas gargantas".

Desde la noche de los tiempos, las truchas, los tímalos y toda la fauna acuática siempre han estado aquí. No importa lo que piensen los detractores, aquí seguiremos pasándolo en grande.

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