Ante todo, los peces siguen siendo seres vivos y es imposible predecir con certeza su comportamiento y sus zonas de espera, siempre habrá sorpresas.
Del mismo modo, hay un gran número de parámetros y es difícil abordarlos y articularlos todos.
Así, eliminaremos los parámetros luna y presión atmosférica, suponiendo que la mayoría de las veces pescamos cuando tenemos la oportunidad y que no podemos elegir estas dos variables.
Dos instintos principales
Las lubinas, como todos los animales, se guían por tres instintos principales, dos de los cuales nos interesan especialmente: la necesidad de alimentarse y la de sobrevivir. Estos dos instintos determinan constantemente las zonas de espera según cuál tenga prioridad en un momento dado.
Así, podemos encontrarlos en un lugar en un momento dado cuando estaban ausentes 1 hora antes, dependiendo de la dominancia de una de las dos necesidades sobre la otra en ese preciso momento y del valor percibido del lugar en términos de seguridad alimentaria y de oportunidad en ese mismo momento.

Suministro de alimentos
No hace falta decirlo, pero siempre suena mejor cuando se dice... La principal cualidad de un lugar es que ofrezca una fuente de alimento suficiente para atraer y mantener a las lubinas en la zona.
Puede tratarse de estructuras estrechamente relacionadas con la mancha, como criaderos de ostras, rocas, sustratos específicos, etc.
Pero también hay puntos específicos que sólo son realmente productivos en determinadas condiciones, dependiendo del tiempo, el oleaje o la luz. Por ejemplo, las playas y orillas rocosas serán realmente productivas en presencia de oleaje, y los puntos de borde a pocos centímetros de profundidad funcionarán durante el día a veces y mucho más por la noche, ya que muchos crustáceos se activan allí. Las lubinas lo saben mejor que nosotros
Confort térmico
La necesidad de calor o frescor cambia a lo largo de la temporada. Mientras que las lubinas buscarán aguas de calentamiento rápido en las primeras semanas, en pleno verano buscarán zonas más frescas. La corriente, el viento, la exposición y orientación en relación con el sol, la profundidad y la hora del día son criterios a tener en cuenta para determinar el valor térmico de una zona.

Oxígeno
Las lubinas, como nosotros, necesitan oxígeno para vivir y es importante comprender que su consumo y sus necesidades de oxígeno aumentan con la temperatura al disminuir la velocidad de disolución de este gas en el líquido elemento. Por eso, cuando suben las temperaturas, las lubinas buscan el frescor.
En pleno verano, este criterio es similar al anterior y es preferible buscar las zonas más agitadas por la corriente o el oleaje y visitar las zonas menos profundas cuando hace más fresco o cuando están menos expuestas al sol.
Estrés
Los bares evitan las situaciones estresantes en aras de la serenidad. Esta última está estrechamente relacionada con la luz ambiental, el ruido y la exposición de los focos.
Las lubinas preferirán entonces visitar las zonas más estresadas, es decir, las menos profundas y más cercanas a la orilla cuando la luz es escasa y el entorno está en calma.
Sin embargo, dependiendo de su necesidad de alimento, pueden aventurarse a estos puntos en momentos de estrés, pero por poco tiempo. En general, estos puntos tienen algo en común, que es la presencia de una estructura que les permite descansar y estar protegidos de la vista de los pescadores, pero también cerca de una zona más profunda, sinónimo de seguridad y de una salida de emergencia.

Confort de caza
Más allá de las manchas, lo decisivo en la pesca de la lubina es su actividad alimentaria. Esta suele estar vinculada y desencadenada por parámetros específicos como la hora de la marea y la intensidad de la corriente, pero no solo...
Para cazar eficazmente, el objetivo es poder sorprender a su presa y, por tanto, ser lo menos visible posible. Así, el viento, al crear una picada, difracta la luz y por tanto baja la luminosidad y amplifica el volumen sonoro de la zona. La lubina puede entonces ser más discreta y aprovechar para activarse.
Así se comprende que los días de mar en calma las zonas poco profundas sean más difíciles de explotar
Eólica terrestre o marina
Siguiendo esta lógica, la dirección del viento suele ser un factor determinante en la pesca de orilla. En efecto, los vientos de tierra tenderán a alisar la superficie y nos conducirán a zonas más profundas, mientras que, por el contrario, los vientos marinos serán más favorables a la pesca de orilla.
En Quiberon, por ejemplo, los vientos del sur o suroeste serán mucho mejores para la pesca de orilla y lo contrario ocurrirá en la costa de Armor.

Teoría y excepciones
Es importante tener en cuenta que todas estas consideraciones son teóricas y orientativas. Pero las excepciones son habituales y, cuando la pesca es difícil, ¡a menudo merece la pena trabajar los extremos y pensar con originalidad!