La pesca de lubinas con señuelos de superficie puede practicarse en una gran variedad de entornos. Sin embargo, muchos pescadores piensan erróneamente que se limita a la orilla o a aguas poco profundas.
Elegir la ubicación adecuada sigue siendo uno de los factores más decisivos para el éxito.
Identificación de la zona empresarial
Como en cualquier técnica de pesca, la clave del éxito reside en localizar a los peces. Los señuelos de superficie no son una excepción a esta regla.
Un buen indicador de si merece la pena pescar en superficie es identificar la capa de agua donde los peces son más activos.
A profundidades inferiores a diez metros, este factor influye poco en la decisión: una lubina, aunque esté situada cerca del fondo, puede subir fácilmente y atacar a un señuelo de superficie.

En aguas más profundas, sin embargo, muchos pescadores se muestran reacios a utilizar este tipo de señuelo, ¡y se equivocan!
Lo que realmente cuenta no es la profundidad total, sino la posición del pez en la columna de agua.
Se puede utilizar un localizador para detectar la presencia de peces. Incluso a profundidades de varias decenas de metros, si las lubinas se mueven unos metros por debajo de la superficie, el uso de un señuelo de superficie resulta totalmente apropiado.
La experiencia ha demostrado que este enfoque suele dar lugar a la selección de los peces más hermosos, sobre todo cuando existe una fuerte competencia por el alimento dentro del banco.
Zonas poco profundas
Las zonas poco profundas y ricas en estructuras son ideales para este tipo de pesca. Los lechos de ostras, las praderas marinas y las mesetas rocosas con muy poca agua son lugares donde es probable que se atasque un señuelo blando o un pez nadador. El señuelo de superficie permite una exploración segura.

Estas zonas suelen albergar peces muy finos. Sin embargo, es crucial mantener el arrastre bien ajustado y la caña lo bastante potente para extraer el pez con rapidez y evitar que se cuele bajo una mesa de ostras o en la hierba marina.
Pesca en aguas abiertas
Tradicionalmente, la pesca con señuelos de superficie se realiza en zonas poco profundas. Sin embargo, yo pesco regularmente lubinas en aguas abiertas, incluso a varias decenas de metros por debajo de la embarcación.
Algunas zonas albergan cacerías de lubinas, fácilmente detectables por la presencia de aves. La ecosonda confirma estas observaciones mostrando la presencia de peces no muy lejos de la superficie.

Estos sectores suelen caracterizarse por una fuerte elevación del fondo: una meseta a ocho metros, rodeada de una profundidad de veinte metros, es la configuración ideal para desencadenar persecuciones. Este fenómeno suele producirse cuando la corriente es fuerte. Por lo tanto, es aconsejable favorecer los periodos de marea alta.

En función del estado de la mar, elijo un señuelo más o menos estable para evitar que se estanque en casa. El Asturie, en tamaño 130 o 150, es uno de mis favoritos: se lanza a gran distancia, se mueve perfectamente sobre las olas y sigue siendo eficaz incluso con mar gruesa. ¡A los bares les encantan!

La importancia del ruido y la visibilidad
Algunos señuelos de superficie, como los poppers, incorporan cuentas ruidosas o producen sonidos fuertes de forma natural mientras nadan.

En zonas azotadas por el oleaje o cerca de las rocas, estas señales sonoras son una baza importante para atraer a las lubinas.
En estas condiciones, lo mejor es elegir un señuelo fácil de detectar, con un sonido característico y de colores vivos. Un lomo amarillo, por ejemplo, puede ser muy eficaz y fácil de reconocer visualmente.

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