Bajos niveles de luz
El primer punto interesante de las barcazas amarradas es que ofrecen a los peces en general y a los depredadores en particular una zona protegida de la luz y la vista de los paseantes. Esta oscuridad y protección visual es una fuente de tranquilidad necesaria para los depredadores. Y cuando se sabe lo importante que es la luz para retener luciospercas y siluros, es fácil comprender por qué suelen encontrarse en este tipo de lugares.

Confort térmico
Al proteger la superficie del agua de los rayos del sol y proporcionar una zona de sombra, las barcazas permiten a los peces encontrar una zona más fresca, algo esencial durante los meses de verano.
En pleno invierno, en cambio, las barcazas habitadas calientan el agua cercana y proporcionan un importante confort térmico a la población de peces.
Ingesta de alimentos
El hecho de que las casas flotantes estén habitadas significa que hay una concentración de peces cerca por razones distintas a la temperatura del agua. Los propietarios tienen a veces la mala costumbre de arrojar restos de comida al agua, tirar los retretes al río o decorar sus terrazas con flores, lo que provoca la caída de diversos insectos a la superficie del agua. Estas viviendas flotantes son una fuente habitual de alimento, que atrae inevitablemente a un gran número de especies.

Crecimiento de algas
Aunque los cascos se cubran regularmente con antiincrustantes para evitar la proliferación de algas, éstas siguen creciendo. Además, el ancla y la cadena que la une a la barcaza a menudo bloquean los restos que flotan a la deriva en la corriente, proporcionando una zona de escondrijo, pero también una oportunidad para que se desarrolle una cadena alimentaria local, como las algas que albergan larvas de las que pueden alimentarse los peces blancos.

Desvíos actuales
Por último, las barcazas crean desvíos de corriente en la superficie del agua, canalizando diversas fuentes de alimento a la deriva. No es raro ver cacho apostado junto a estos barcos a la espera de un insecto.