Factores y condiciones de pesca
Es importante recordar que en el vasto entorno del Amazonas, la lluvia desempeña un papel decisivo. Así, aunque no llueva mucho en tu zona, una lluvia intensa 20 km río arriba puede provocar una subida importante y rápida del nivel del agua (más de un metro de la noche a la mañana), y grandes turbulencias en el agua, que pueden tener un impacto considerable en la pesca. Esto afecta al comportamiento de los peces forrajeros y, por tanto, de los depredadores. Mientras que el estiaje tiende lógicamente a concentrar a los peces, una subida brusca del nivel del agua los dispersa, obligándolos a buscar zonas protegidas de las corrientes. El final de la estación seca es, por tanto, el mejor momento para este tipo de aventura (de septiembre a diciembre). Pero hoy en día es difícil predecir el tiempo.

La luna también es un factor importante. El aimara es ante todo un depredador nocturno.
Esto explica por qué los momentos más prolíficos del día (aunque no es la verdad absoluta, ni mucho menos) son al final del día, cuando la luna empieza a ponerse, y por la mañana temprano, al final de la fase de alimentación. Una luna llena implica, por tanto, una actividad nocturna más intensa. Esto es especialmente cierto para los peces grandes, pero no lo es para la mayoría de los peces, que pican a cualquier hora del día, siempre que el señuelo esté cerca.
Otro dato interesante es el contenido estomacal de los peces. De hecho, si se embarca en esta expedición, no tendrá más remedio que comer unas cuantas aïmaras. A la plancha, ahumado o a la brasa, es un pescado delicioso. Por lo general, un pescado de 4 kg puede alimentar sin problemas a seis personas. Prepararlas es una oportunidad para ver qué comen y aprender un poco más sobre sus hábitos alimentarios. Y luego está la sorpresa. Casi el 100% de los peces tienen el estómago vacío, y no por falta de presas. Este hallazgo plantea preguntas: ¿se alimentan los peces principalmente de presas muy pequeñas, como las yayas, los pequeños peces blancos presentes en grandes cantidades? ¿Digieren los alimentos con especial rapidez? Estas preguntas siguen sin respuesta, pero es interesante observarlas.

Pesca a pura potencia
La mayor parte de la pesca se realiza en kayak, en largas derivas. La idea es lijar. Cada hendidura en las orillas, cada tronco sumergido, cada resaca puede albergar un pez. Aunque algunos puntos parezcan obvios, no hay que descuidar la pesca en aguas abiertas. A estos peces les encanta merodear por los desniveles o detrás de las rocas que rompen la corriente. Así que no dudes en romper el ritmo y cambiar de señuelo para explorar una zona bien marcada, aunque sólo sean unos lances, antes de reanudar la deriva. A veces conseguirás una frenética cadena de aciertos con cualquier tipo de señuelo, pero otras veces las condiciones y la configuración te obligarán a tomar otro rumbo. Los señuelos mágicos del día anterior ya no son más que reliquias y hay que encontrar otra cosa: pescar más profundo, más rápido, con más vibración, con un color determinado.

En los saltos, la pesca es diferente. Hay varios en esta ruta, como Saut Equerre, Saut du Péril, Saut Deux-Roros... Estos puntos se pueden pescar a pie. El truco consiste en identificar las zonas de contracorriente, los peñascos susceptibles de albergar un pez al acecho, a la espera de que la comida pase a su alcance inmediato para brotar. Estas zonas pueden ser muy prolíficas, sobre todo cuando sube el nivel del agua. Los peces se reúnen entonces en el fondo del salto e intentan nadar río arriba para alcanzar zonas situadas aguas arriba, bien para encontrar más alimento, bien para desovar (en marzo). Los peces nadan entonces río arriba, del mismo modo que las truchas, y no es raro ver los lomos de los peces sobresaliendo del agua en las micropozas. A continuación, la mancha se vacía rápidamente a medida que el agua retrocede.

Aïmara en combate
La aimara tiene una cola sobredimensionada y un cuerpo serpenteante, lo que le confiere unas habilidades de lucha muy interesantes. Sin embargo, si el ataque es repentino, la velocidad no es su punto fuerte. En su lugar, sondeará y utilizará la corriente para encontrar un obstáculo en el que refugiarse. Y entonces, al ver que esto no funciona, se lanza a un auténtico ballet aéreo en el que cada vela es una oportunidad para él de despegar a capricho. Así que no duda, se sacude con fuerza. El pescador, en el otro extremo, sólo puede intentar anticiparse a los saltos y aguantar, rezando para que pase. Y claro, a menudo es entonces cuando el señuelo acaba siendo expulsado.
La aimara tiene una boca extremadamente dura en la que es muy difícil clavar un anzuelo. Si no se clava profundamente, sólo queda esperar que pique en las mejillas o en la comisura de los labios. Si no lo hace, es una victoria segura para el pez.
Sin embargo, como la suerte a veces juega a nuestro favor, la tasa de extracción debería rondar los 3/5 en peces de 4 kg o más, lo que aún deja algunas buenas oportunidades para poner a secar al superdepredador.

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