Elegir el río para pescar
El río que elegí para pescar este año se llama Gapeau. De hecho, es un pequeño río del Var gestionado por la AAPPMA La Truite du Gapeau, de cuya junta soy miembro. El Gapeau es uno de los muchos ríos amenazados por las sequías recurrentes y la falta de agua en los acuíferos.
Su población de truchas es muy buena, produciendo con frecuencia peces de más de 50 cm y, sobre todo, una gran cantidad de peces pequeños de entre 15 y 18 cm. Sin embargo, la reproducción se complica por la falta de inundación, que impide liberar el sustrato de las diversas algas y sedimentos que obstruyen el fondo. Gracias a las acciones llevadas a cabo en colaboración con la federación, la reproducción va bastante bien cuando se añade grava a las zonas de desove para facilitar el trabajo de los peces.

Inspección in situ
Nada más llegar a la orilla, observo que el nivel del agua es muy bajo y que las corrientes están invadidas por algas filamentosas. Un gran número de alevines de trucha, procedentes de la reproducción de este año, se agrupan en las orillas. Algunos pececillos se alimentan en las corrientes y se ven pocas truchas. El tiempo es favorable, las temperaturas son suaves y sopla una brisa fresca del noroeste.
El lugar que elegí para pescar es un río sin muerte que lleva 5 años en funcionamiento y es extremadamente rico en peces. En cada poza hay decenas de peces de todos los tamaños, señal importante de que nuestras acciones en este río son beneficiosas para la población piscícola.
Pesca

Así que empiezo mi pesca a primera hora de la tarde, prospectando las pequeñas corrientes del cauce sin muerte, con la esperanza de enganchar algún pez de malla. A pesar de mis esfuerzos con una cucharilla y un señuelo blando, sólo unos pocos peces de unos 15 cm atacan mis señuelos, sin picar. Los ataques son de naturaleza territorial, los peces golpean con fuerza el señuelo pero no intentan comérselo.
Hacia las 16.30 horas, el sol se oculta tras una colina y la luz se desvanece. Cambio de táctica y pongo un pequeño señuelo blando amarillo, muy visible en esta agua tan clara. Tras unos cuantos lances, empiezo a recibir golpes uno tras otro. Los peces son pequeños, pero es una buena señal para el futuro.
A al acercarme a un bonito arroyo bordeado por una losa de piedra, paso mi señuelo blando contra la corriente y un pez sale de su escondite a toda velocidad. Tras una bonita lucha, pesco este pez de magníficos colores que estimo en unos 35 cm, ¡mi pez más grande con el señuelo en este río! Muy contento con esta captura, continúo mi acecho después de soltar este pez con suavidad.
En una acción muy similar, en otro arroyo bordeado por una losa hueca, enganché otro pez, siempre con el mismo señuelo, de unos 30 cm. ¡Esta es sin duda mi mejor sesión en este río que tiene fama de ser complicado para pescar con señuelos!