La pesca del amara: a la caza del superpredador amazónico

Melocotón laimara © Fabien Prevost

Mítico depredador de las aguas amazónicas, el amara es un adversario formidable que pondrá a prueba tu equipo y tus nervios. Seguirles la pista promete ser una experiencia frustrante, pero la emoción está garantizada. ¡Todos a bordo hacia el infierno verde!

Sinnamary: el lugar aïmara más caliente del mundo

Nacido en el municipio de Saint-Elie, el río Sinnamary serpentea por la selva amazónica a lo largo de casi 260 km antes de desembocar en el océano Atlántico en el municipio de Sinnamary, del que toma su nombre. Alimentado por varios riachuelos (arroyos amazónicos) que engrosan su curso, tiene la particularidad de estar jalonado por una plétora de saltos. Este término, específico de la Guayana Francesa, designa los tramos de rápidos en los que las rocas afloran, creando zonas de gran turbulencia que delimitan los tramos.

El río desemboca en el lago de la presa de Petit-Saut, conocido por su singular paisaje de árboles muertos que emergen del agua, restos del bosque primario que ocupaba la zona antes de que fuera embalsada en 1994. Desgraciadamente, la explotación de esta madera, iniciada este año, con fines de biomasa (totalmente irrisoria cuando se observa de cerca el proyecto) y de reutilización como mobiliario, está condenando a este fantástico teatro.

La mayoría de las expediciones de pesca comienzan en la presa y se dirigen río arriba hacia determinados saltos: salto Takari, salto Dalles, a veces más altos, según la duración de los saltos. La dificultad es grande. Cruzar los saltos exige transportar embarcaciones, a veces a grandes distancias a través del bosque, lo que limita naturalmente las zonas accesibles a los pescadores.

Así que decidimos hacer las cosas de otra manera. Descender en helicóptero y kayak durante 10 días, para pescar en las zonas menos concurridas y darnos la oportunidad de capturar algunos hermosos peces, cada vez más escasos cerca del lago. Una inmersión total en la naturaleza dedicada a observar la fauna y a seguir la pista del único depredador de peces que merodea por estas aguas, lo que convierte a este río en el punto caliente mundial de la especie.

10 días en el río

Este tipo de excursión le permite aislarse por completo del resto del mundo. Estás solo, frente a la inmensidad enjambrada y asfixiante que es la selva amazónica. Una vuelta a la naturaleza, lejos del estruendo de la civilización y la tecnología, y sienta bien. El helicóptero es también una buena forma de racionalizar el equipo, llevando sólo lo esencial para vivir esta aventura de la forma más intensa posible.

Una vez cargados los kayaks y el equipo de vivac, sólo queda espacio para los objetos personales (bolsa estanca de 40-60 litros), el equipo de pesca (bakkan o bolsa estanca más pequeña) y las cañas, si no has optado por modelos de viaje. Todo ello te mantendrá seco durante 10 días.

Durante el descenso, cambiarás de campamento casi todos los días, por lo que tus pertenencias deben estar organizadas de forma que no ocupen demasiado espacio en las embarcaciones, pero también que te proporcionen cierta comodidad a la hora de montarlas y desmontarlas. En mi opinión, el uso de kits impermeables como organizadores de viaje es una ventaja.

Los días están jalonados de amaneceres y atardeceres. Las noches están marcadas por la cena, compartiendo una aïmara a la parrilla mientras se escuchan las historias de todos. Después llega el merecido descanso.

Naturaleza salvaje y ganado increíble

La ventaja de recorrer el río en kayak de esta forma es el silencio que reina en las embarcaciones. Es ideal para observar y escuchar la fauna que habita la zona. Tendrá el placer de avistar nutrias gigantes, tapires, capibaras, guacamayos amazónicos y tucanes, y de oír monos aulladores de madrugada, todo ello en medio de una indescriptible cacofonía de insectos que crean un ruido de fondo permanente que acaba por olvidarse. La naturaleza es un espectáculo para la vista. Y si tiene suerte, puede que hasta vea un jaguar.

En el agua, la atmósfera es completamente diferente. No hay nada que sugiera lo que ocurre abajo. El amo absoluto aquí es el amara. A diferencia de otros ríos de la Guayana Francesa, que pueden albergar antorchas tigre, pirañas o incluso algún pavón, aquí hay dos tipos de peces: la presa y el cazador, la máquina de matar definitiva. Emboscados en los caóticos montones que ensucian el fondo del río, sólo esperan a que pase una carpa o un pequeño pacú para salir de sus escondites. Presa o señuelo... Con unos dientes que harían palidecer a cualquier pez de agua dulce, con la posible excepción del pez tigre, el amara es uno de los raros peces que tienen una membrana que cubre la parte delantera de sus dientes, de modo que incluso sus armas quedan camufladas.

Podría pensarse que todos estos peces tienen el mismo pelaje, pero no es así. De hecho, sus colores cambian para mimetizarse con el entorno en el que se esconden, desde el negro intenso de las fosas al color claro de los bancos de arena, o con tonos verdes y rojos como los pigmentos que se encuentran en la tierra de las orillas de los ríos. Y su densidad es sencillamente increíble. Ahí radica el atractivo de estas zonas protegidas, donde la presión pesquera es muy baja. Las picadas pueden sucederse a ritmos que ni siquiera soñaríamos...

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