El siluro, pieza clave en la cadena alimentaria
El siluro (Silurus glanis), a menudo percibido como una amenaza para nuestros ríos por quienes no lo estudian, es en realidad un actor ecológico de primer orden.
Este gigante es un superpredador cuyo papel va mucho más allá del simple consumo de presas: estructura y regula los ecosistemas acuáticos. Contrariamente a la creencia popular, su presencia no es un simple desequilibrio, sino que puede aumentar la biodiversidad y ayudar a los carnívoros intermedios. Como superpredador, es capaz de influir en toda la cadena alimentaria e incluso ayuda a combatir ciertas especies invasoras
El papel trófico de un superdepredador
Un superpredador se sitúa en la cima de la cadena alimentaria, ejerciendo una influencia decisiva en toda la red trófica. El siluro es un ejemplo perfecto de esta función. Al alimentarse de carpas, sargos y barbos, limita el predominio de estas especies, que a veces tienden a dominar en términos de biomasa. Al reducir su peso ecológico, libera espacio para otras especies más pequeñas, diversificando así el equilibrio.
Esta regulación tiene un efecto en cascada, ya que peces forrajeros como la cucaracha y el rotengill se vuelven más abundantes al tener menos competencia. Estos pequeños peces son un recurso esencial para peces carnívoros como la perca, la lucioperca y el lucio. Así pues, con su acción indirecta, el siluro fomenta el desarrollo de estos depredadores y favorece el equilibrio general de la comunidad piscícola.
También desempeña una función sanitaria, a menudo dirigiéndose a individuos debilitados o enfermos, lo que contribuye a sanear las poblaciones de presas y a mantener su vitalidad.

La plasticidad de la dieta al servicio del equilibrio
Todos los estudios científicos demuestran que el siluro no se limita a un solo tipo de presa y que demuestra una asombrosa plasticidad alimentaria. En el lago Bourget, por ejemplo, análisis recientes han revelado que come cangrejos de río, percas y rotengles, así como peces pelágicos y bentónicos. Cada individuo adapta su dieta en función de su entorno, lo que demuestra una notable capacidad de adaptación.
En el lago Mayor de Italia, el siluro también depreda especies exóticas como el cangrejo de río americano y los bivalvos Corbicula, contribuyendo así a regular las especies invasoras que suelen perturbar los ecosistemas. Esta diversidad dietética demuestra que el siluro no se contenta con explotar las presas más abundantes, sino que se integra en la compleja dinámica del medio que ocupa.
Un aliado contra los desequilibrios
Al ocupar una posición central en la cadena alimentaria, el siluro actúa como un importante regulador ecológico. Su presencia evita la superpoblación de ciertas especies dominantes, favorece el equilibrio entre peces forrajeros y depredadores y contribuye indirectamente a la diversidad piscícola.
Su acción recuerda a la de los grandes depredadores terrestres, como el lobo en bosques o praderas, cuyo papel no se limita a la depredación sino que se extiende a la reorganización de todo el ecosistema. Por su propia presencia, el siluro encarna este mismo principio de cascada ecológica aplicado al mundo acuático.

Fomentar el efecto de cascada trófica
Un ejemplo concreto de este enfoque regulador puede verse en la cuenca del Elba, en Alemania. En algunos tramos de este río se han llegado a reintroducir voluntariamente siluros wels para controlar la superpoblación de la dorada común, su principal regulador natural. Estas sueltas se han llevado a cabo en zonas donde el siluro es autóctono pero había disminuido mucho debido a la pesca profesional y la contaminación, con el fin de restablecer un equilibrio natural.
Las observaciones posteriores a la introducción muestran una regulación significativa de las poblaciones dominantes de ciprínidos y una mayor disponibilidad de peces forrajeros, en beneficio también de otros carnívoros, lo que proporciona una ilustración concreta del efecto cascada que puede tener el siluro cuando desempeña plenamente su papel ecológico.
Mejor comprensión para un mejor valor
Esta función esencial está en el centro de un proyecto europeo llamado "LIFE PREDATOR", puesto en marcha en 2022 por un periodo de cinco años y con un presupuesto de 2,85 millones de euros. Italia, Portugal y la República Checa colaboran para estudiar el impacto del siluro en la biodiversidad acuática.
Lejos de pretender demonizar a la especie, este programa pretende comprender mejor su papel, medir sus efectos en los ecosistemas y proporcionar claves de gestión adaptadas a los distintos contextos. Este proyecto pone de relieve que ya no conviene reducir al siluro a una simple amenaza. Al contrario, representa una oportunidad para reevaluar el papel de los superpredadores en los medios de agua dulce y considerar su contribución a la resiliencia ecológica.
Un papel que depende del entorno
Sin embargo, hay que matizar el panorama. El papel regulador del siluro depende mucho del contexto ecológico en el que se desenvuelve. En un gran río rico en especies y hábitats diversos, su presencia ayuda claramente a estructurar y dinamizar las comunidades de peces. Pero en una masa de agua más restringida y cerrada, puede volverse demasiado dominante y ejercer una presión excesiva sobre los recursos disponibles, sobre todo en los primeros años de implantación, cuando se produce la explosión demográfica incluso antes de que desempeñe el papel de regulador de su propia especie.
Por último, la composición de la población inicial también influye en sus efectos. Cuando hay demasiados ciprínidos, el siluro actúa como un regulador eficaz, mientras que en un medio ya debilitado, su impacto puede ser más mixto. Esta variabilidad demuestra que su influencia es contextual y que debe evaluarse caso por caso, sin hacer generalizaciones en uno u otro sentido.

Superar los prejuicios
Lejos de ser un intruso destructor, el siluro es ante todo un regulador esencial de nuestros medios acuáticos. Como superpredador, contribuye a limitar la dominancia de ciertas especies, favorecer el desarrollo de los carnívoros, controlar las especies invasoras y mantener poblaciones sanas. Sin embargo, su papel está condicionado por el medio en el que se instala, por lo que es necesario un análisis detallado para comprender plenamente su impacto.
Las investigaciones en curso y proyectos europeos como LIFE PREDATOR nos recuerdan que es hora de superar los prejuicios: el siluro es una pieza clave en el complejo rompecabezas de la biodiversidad acuática, cuya presencia merece ser comprendida y valorada en lugar de temida.