Rendimiento excepcional
Cuando suelo pescar en el Verdon, el caudal medio es un caudal mínimo reservado liberado por la presa de Quinson, 6 metros cúbicos por segundo. Sin embargo, este año cayeron lluvias torrenciales en el sureste de Francia que provocaron unas crecidas impresionantes. La víspera de la inauguración, 150 metros cúbicos bajaban por el río, y el tiempo tampoco era favorable. Unos días más tarde, cuando el caudal había subido a más de 230 metros cúbicos, llegó el momento de descubrir los estragos del agua e intentar decidirse por un pez.
Cuando llegamos, nos dimos cuenta rápidamente de que la parte baja del río estaba demasiado sucia para tener alguna posibilidad de pescar una trucha. Las orillas estaban inundadas, lo que complicaba la pesca con todos los árboles y arbustos que nos impedían pasar hasta el señuelo más pequeño, incluso un tejano.

Cambio de plan
Para evitar pasarnos el día deprimidos o dar media vuelta tras una hora y media de viaje, decidimos explorar río arriba en busca de una zona tranquila o de agua clara. Por el camino, encontré un pequeño brazo donde el caudal era relativamente razonable, pero el agua seguía muy sucia. Sin embargo, empecé a divisar cachoos en los bordes, bajo el follaje. El objetivo era pescar una trucha, así que continué mi camino sin prestar demasiada atención.
A pesar de nuestros esfuerzos, fue imposible encontrar un pez, ya que las algas, las ramas y las hojas arrastradas por la corriente nos impedían pescar correctamente. Aproveché para probar con los colores más visibles posibles, pensando que eso podría marcar la diferencia, pero el resultado fue el mismo allá donde fuimos.

Salvar el día
Tras unas horas sin picar, volví a la pequeña cocha y empecé a pescar cacho. Debajo de un árbol sumergido, vi dos peces de unos 40 centímetros y lancé mi sábalo despreocupadamente, sin pensar que uno de ellos picaría. Normalmente los cacho son muy tímidos y es más fácil que pique una trucha que un cacho. En aguas claras y sin corriente, se pasean despreocupadamente por las orillas sin prestar atención a los señuelos. Sin embargo, uno de los dos peces empieza a salir de su escondite y se precipita en dirección a donde se supone que va mi señuelo. Entonces dejo que mi señuelo flote tenso, desaparece en el agua chocolate y pesco una bonita castaña.
Este cacho no dudó en tragarse un sábalo verde y rojo bastante inusual de 10 cm. Después de unas cuantas fotos, volvió a su entorno en plena forma y fue el único pez en la apertura. A veces la pesca puede ser difícil, ¡pero hay que adaptarse y arreglárselas con lo que uno tiene!