El azote de las especies invasoras en detrimento de las especies locales

Varias especies invasoras © Emilien Feron

Los ecosistemas franceses están sometidos a una presión creciente de especies exóticas invasoras. El término "especies exóticas invasoras" esconde una realidad inquietante: mientras que algunas introducciones se remontan a mucho tiempo atrás, otras son muy recientes, pero todas reflejan la misma constatación: la globalización, la curiosidad humana y a veces la falta de cuidado han favorecido a estas especies, capaces de perturbar profundamente la biodiversidad francesa en detrimento de las especies locales.

Especies exóticas VS especies exóticas invasoras

Antes de seguir adelante, es importante distinguir entre dos conceptos que a menudo se confunden: especies exóticas y especies exóticas invasoras.

Una especie exótica o alóctona es simplemente una especie que no es autóctona de la zona donde vive actualmente. Puede haber sido introducida de forma natural (a través de la migración, la expansión del área de distribución o el cambio climático) o como resultado de la actividad humana. Pero esto no significa que necesariamente cause daños.

Muchas especies exóticas se integran en su nuevo entorno sin causar grandes desequilibrios. Es el caso, por ejemplo, del black bass y la lucioperca, dos peces que no son autóctonos de Francia pero que se introdujeron para la pesca deportiva y alimentaria. Estas especies han encontrado su lugar sin amenazar gravemente la fauna local. Su reproducción permanece controlada, no perturban las cadenas alimentarias y su impacto en la biodiversidad se considera limitado.

Le Sandre , espèce allochtone, mais qui ne créé pas de déséquilibre.
La lucioperca, una especie no autóctona, pero que no crea desequilibrio.

Por el contrario, una especie exótica invasora es aquella que, una vez introducida, se reproduce de forma incontrolada, coloniza rápidamente los entornos naturales y provoca efectos ecológicos, económicos o sanitarios negativos. Compite directamente con las especies locales, modifica los hábitats o perturba el funcionamiento de los ecosistemas.

En otras palabras, no todas las especies exóticas son "invasoras": lo que marca la diferencia es su comportamiento en el entorno de acogida y el alcance de su impacto.

Percas y siluros: dos depredadores bien establecidos

Entre las especies que mejor simbolizan este fenómeno, la perca sol ocupa un lugar de honor. Originario de Norteamérica, este pequeño y colorido pez atrajo por primera vez la atención de acuaristas y pescadores en el siglo XIX. Se introdujo en estanques y ríos franceses por su aspecto decorativo y para enriquecer la fauna piscícola. Pero esta iniciativa tuvo consecuencias inesperadas.

Muy adaptable, la perca sol se ha multiplicado rápidamente. Se alimenta de larvas de anfibios, insectos acuáticos y huevos de otros peces, provocando la caída en picado de las poblaciones locales de pececillos y gobios. Su presencia en un entorno suele ser señal de un desequilibrio ecológico ya avanzado.

Avec ses 8 barbillons, on reconnait bien là le poisson chat.
Con sus 8 barbillas, éste es el siluro.

El siluro, por su parte, siguió una trayectoria similar. Importado de Norteamérica a principios del siglo XX, también estaba destinado a diversificar los estanques piscícolas. Pero este pequeño pez pardo de comportamiento gregario se ha convertido en una auténtica plaga. Capaz de sobrevivir en aguas pobres en oxígeno, se instala fácilmente en zonas estancadas y fangosas. Devora los huevos y las larvas de otras especies, contribuyendo al empobrecimiento biológico de los medios que coloniza.

Pseudo-rasbora: una invasión silenciosa desde Asia

La historia de pseudo-rasbora, o Pseudorasbora parva es un buen ejemplo de cómo algunas introducciones se producen sin intención humana directa. Este pequeño pez originario de Asia oriental se introdujo accidentalmente en la década de 1980, mezclado con lotes de carpas destinadas a la acuicultura.

Su rápida reproducción y su tolerancia a condiciones variadas le han permitido extenderse por numerosos ríos franceses. Pero más que su mera presencia, es su capacidad para transportar un peligroso parásito, Sphaerothecum destruens que preocupa a los científicos. Este microorganismo patógeno es capaz de diezmar poblaciones enteras de peces blancos autóctonos, amenazando el equilibrio de los ecosistemas acuáticos.

Le Pseudo-rasbora, porteur d'une maladie pour les poissons autochtones.
Pseudo-rasbora, portador de enfermedades para los peces autóctonos.

El Cabo xenope: un intruso del laboratorio

Algunas introducciones tienen orígenes aún más inesperados. La rana Xenope del Cabo ( Xenopus laevis ), originaria del sur de África, se utilizó por primera vez en laboratorios europeos como modelo biológico para la investigación, sobre todo en pruebas de embarazo y estudios de desarrollo embrionario. Por desgracia, algunos ejemplares han escapado o han sido liberados deliberadamente en la naturaleza.

En Maine et Loire, por ejemplo, ya hay poblaciones establecidas en estanques y arroyos. Omnívora y muy resistente, esta rana se alimenta de insectos y de huevos y renacuajos de otros anfibios. Peor aún, puede ser portadora de un hongo patógeno, el quitridio, responsable de la desaparición masiva de anfibios en todo el mundo.

Ceci n'est pas une grenouille écrasée, c'est la  Xenope lisse du Cap.
Esto no es una rana aplastada, es el xenope liso del Cabo.

Gobio, tortuga de Florida y cangrejo azul: los nuevos colonizadores

El gobio redondo, originario de los mares Negro y Caspio, ha aprovechado el transporte marítimo para llegar a Europa. Primero se asentó en grandes ríos como el Danubio y el Rin antes de aparecer en aguas francesas. Este pequeño pez de fondo es un competidor formidable para las especies locales, cuyos hábitats ocupa y cuyos recursos consume. Su rápida propagación ilustra la dificultad de controlarlo. Ahora está muy presente en el este del país, empieza a encontrarse en la cuenca del Sena y muchos pescadores denuncian su presencia en otras zonas.

Le Gobie , nouveau fléau des cours d'eau français.
El gobio, nuevo azote de los ríos franceses.

Otra especie muy conocida por el gran público es la tortuga de Florida. Vendida en masa en las tiendas de animales en los años 80 y 90, a menudo era liberada en lagos o parques cuando los propietarios privados ya no podían ocuparse de ella. Resistente, oportunista y omnívora, se ha adaptado perfectamente a nuestros climas templados. Ahora compite directamente con el galápago europeo, una especie autóctona protegida. La tortuga de Florida ilustra perfectamente la responsabilidad individual en la propagación de especies invasoras: un simple gesto, a menudo bienintencionado, puede tener repercusiones duraderas en la fauna local.

Más recientemente, los científicos han observado la llegada del cangrejo azul ( Callinectes sapidus ), originaria de la costa atlántica americana. Está presente en la cuenca mediterránea desde hace unos diez años, reproduciéndose a un ritmo impresionante y colonizando lagunas y estuarios. Depredador voraz de moluscos y crustáceos, amenaza tanto la biodiversidad como la economía local, en particular la pesca tradicional.

Elle est mimi la tortue...mais surtout elle n'a rien à faire là.
Es una tortuguita muy mona... pero sobre todo no pertenece a ese lugar.

El hombre, protagonista de las invasiones biológicas

Todas estas especies tienen algo en común: deben su presencia en Francia al hombre. Ya sean importadas deliberadamente con fines de acuariofilia, investigación científica o pesca recreativa, o introducidas accidentalmente a través del comercio, es nuestra especie la que está en el origen de estas invasiones biológicas. El agua de lastre de los buques, los flujos de la acuicultura, la liberación de animales de compañía y las modificaciones de los medios naturales contribuyen a la dispersión y el establecimiento de estos organismos.

El cambio climático, al calentar las aguas y alterar los regímenes hidrológicos, también está contribuyendo a que nuestros ecosistemas sean más acogedores para las especies de otros lugares. Así pues, este fenómeno no es sólo ecológico: también es profundamente cultural y económico, vinculado a nuestra relación con la naturaleza y la globalización.

Estas invasiones tienen muchas consecuencias. Desde el punto de vista ecológico, las especies exóticas invasoras perturban las cadenas alimentarias, compiten con las especies locales, transmiten enfermedades, modifican los hábitats y provocan la desaparición de las especies autóctonas. En Francia, muchos estanques, ríos y humedales han visto su equilibrio ecológico profundamente alterado por estas recién llegadas.

Le dernier arrivé : le crabe bleu, et on n'a pas fini d'en parler.
El último en llegar es el cangrejo azul, y aún no hemos terminado de hablar de él.

Prevención, sensibilización y restauración: las claves de la lucha contra el cambio climático

Dada la magnitud del problema, la legislación se ha ido endureciendo progresivamente. En Francia, el Código de Medio Ambiente prohíbe la introducción, el transporte, la venta o la posesión de estas especies, y prevé sanciones en caso de infracción.

Hoy en día, la lucha contra las especies exóticas invasoras se basa en tres principios fundamentales: prevención, vigilancia y restauración. Prevención significa ante todo limitar las introducciones.

Esto significa controles fronterizos más estrictos, normativas claras sobre el comercio de animales exóticos y educación pública para desalentar las liberaciones deliberadas. Vigilar significa detectar rápidamente la presencia de una especie antes de que se propague. Por último, restaurar significa rehabilitar los entornos naturales para aumentar su capacidad de recuperación y fomentar el regreso de las especies locales.

Pero más allá de las políticas públicas, también es necesario un cambio de comportamiento. Cada cual, a su manera, puede contribuir a limitar la propagación de las especies exóticas invasoras. No soltar un animal de compañía, informar de la presencia de una especie sospechosa, apoyar iniciativas locales de conservación: todos son gestos sencillos que pueden ayudar a proteger nuestro patrimonio natural.

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