El patio de recreo es siempre el mismo, el puerto de Brest. Un lugar ideal para pasear en invierno. Suele estar resguardado del viento, o al menos siempre hay una orilla que no está expuesta a él, y es muy frecuentado por los cefalópodos.

Prueba de la plantilla Ebi Q
En la primera sesión se presentó la Ebi Q. Un jig que imita a la perfección a un langostino. Este invierno, parece que el aparejo tataki está funcionando muy bien. Así que utilicé mi montaje habitual, con el Ebi Q montado encima de un plomo pera de 60 a 80 gramos y encima, a 1 metro aproximadamente, monté un jig flotante, un Calmero. También tengo preferencia por los colores, naranja en la parte inferior y rosa en la superior. Como el agua está todavía bastante turbia, añado un poco de atractivo utilizando un spray de concentrado de gambas. Elijo las zonas donde hay más agua bajo el kayak, con un curricán ligero, golpeando regularmente el fondo con el plomo. Las sepias llegan bastante rápido, pero no son mi objetivo favorito, busco sobre todo calamares y hay que pescar a 5 metros del fondo. Al final las encuentro.

Al igual que en la primera sesión con este montaje, ambas salidas fueron un éxito: no monstruos, pero capturas decentes al fin y al cabo, para poder disfrutar de la comida.
Sushi Q bait jig
La última sesión será con el montaje del Sushi Q. Esto es lo que podríamos llamar un jig/cebo. Tiene una red de silicona en su parte posterior aplanada bajo la que se desliza un florón de filete de pescado. Preferiblemente un pescado azul como la caballa o la sardina. Incluso en un kayak, es fácil de montar, siempre que haya preparado los filetes de antemano.

Un lado de la red está fijo y el otro se puede desenganchar y volver a colocar en su sitio una vez instalado el cebo. Una solución interesante para pescar en aguas bravas y para los que no quieren utilizar atrayentes. Utilicé el mismo aparejo de tataki que antes, y en un momento dado lo puse encima, que fue lo que hizo que el calamar se decidiera a picar.

Estos dos modelos de jig están validados en mi caja de aparejos. Sólo me queda validarlos en el pulpo de los Estrechos, cuando el tiempo lo permita, para probar su solidez frente a adversarios más potentes. Pescar cefalópodos en invierno significa que podemos seguir saliendo a buscar especies acordes con la estación, y con la normativa cada vez más restrictiva sobre las actividades de ocio, también nos toca a nosotros adaptarnos para poder seguir dedicándonos a nuestra pasión.

En el vídeo al final de este artículo, hay pesca, por supuesto, pero también les muestro mi lugar de picnic y un gran encuentro con el pingüino Torda, un alcido que está presente aquí en invierno.