El amanecer
Una cosa muy importante, aunque es invierno y uno podría pensar que esto es menos importante, es que la primera hora después del amanecer es el momento de máxima presencia de peces, visible en la ecosonda. A medida que avanza la mañana, observo el movimiento de los peces, con una fuerte disminución de la densidad, lo que es señal de que los peces se alejan del agua y regresan a las profundidades. El mismo fenómeno puede observarse al anochecer, cuando los peces regresan a profundidades menores. Por lo tanto, es importante maximizar el tiempo de presencia de los peces en las aguas poco profundas.
El señuelo adecuado
El agua clara y translúcida me hace inclinarme por el uso de cabezas de plomo y señuelos de colores naturales y los resultados no se hacen esperar con un bonito lucio a los cinco minutos de pesca, seguido rápidamente por unos cuantos tipos de pez que no tuvieron miedo de atacar un señuelo de 4 pulgadas. En general, para esta especie se utilizan señuelos de 2 pulgadas o menos.

En cuanto a los colores de los señuelos, utilizo el blanco al principio de la sesión, cuando hay poca luz, y termino con colores más transparentes a medida que sale el sol.

La zona adecuada
Aunque este lucio sea un bonito pez que nos hace felices, no es la especie que busco y, por lo tanto, prefiero prospectar en otra parte, para encontrar la zona donde se encuentran las luciopercas. Para aprovechar al máximo el momento de actividad al amanecer, prospecto las distintas zonas con la rapidez suficiente para localizar a los peces, y luego insisto en pasadas sucesivas en las zonas prometedoras. De hecho, cuando encuentro una zona con peces, prefiero hacer pasadas repetidas a una velocidad constante, en lugar de reducir mi velocidad. Aunque la presencia de peces en la ecosonda pueda hacer que quiera reducir la velocidad para dejar el señuelo a su vista durante más tiempo, esto puede resultar un error, ya que lo que desencadena los ataques es un señuelo que nada, no un señuelo que pisa el agua, al menos ese día.
En este sondeo, exploro un borde rocoso de 4 metros de profundidad. Este borde es prometedor, ya que hay muchos ecos de peces. Sin embargo, enseguida me doy cuenta de que no son luciopercas, sino lubinas rayadas las que frecuentan la zona.

Por experiencia, las lubinas y las luciopercas no parecen coexistir, y siempre que hay lubinas, yo no pesco luciopercas. Así que decido no quedarme en esta zona y continuar a lo largo de este borde, pero más allá de donde las lubinas se mantienen. Hago varias derivas y finalmente pesco algunas luciopercas, sin centrarme realmente en una zona precisa, excepto la profundidad a la que se encuentran.

Es una zona que conozco bien y conocer las zonas de espera de los peces me permite desplazarme rápidamente de una zona a otra, porque lo que puedo observar es que lucios, lubinas y luciopercas frecuentan las mismas zonas, pero no cohabitan. Por lo tanto, si una zona está tomada por un gran banco de lubinas rayadas, como yo no busco lubinas, es mejor que busque en otra parte.