Hay muchas técnicas de pesca que pueden utilizarse para incitar a un pez a atacar un señuelo. En el mar, el remonte es una técnica muy especial, ya que es la única que desplaza el señuelo verticalmente por gran parte de la profundidad.

Ubicación y pesca vertical
El abadejo es una especie que responde especialmente bien a la pesca vertical y a la técnica del remonte en particular. Si bien es cierto que la pesca vertical facilita el acercamiento y la explotación de puntos profundos (a veces en torno a los 100 metros), también resulta ser la más rentable para esta especie por un motivo concreto.
La vejiga natatoria y la descompresión
La vejiga natatoria es un órgano que poseen ciertas especies de peces y que llenan o vacían de aire para estabilizarse a cierta profundidad. Aunque este cambio de volumen puede producirse con relativa rapidez, existe una limitación física que los peces no pueden superar o su vejiga se hinchará por efecto de la descompresión (al disminuir la profundidad, disminuye también la presión y el gas se relaja, aumentando su volumen). Si el pez asciende demasiado rápido, la vejiga se le sale por la boca.

Un umbral que no debe cruzarse
Por eso, cuando salen a la superficie, las lías no deben sobrepasar cierto límite o su supervivencia se verá amenazada. Este límite es un muro que conocen y que nunca se arriesgarán a cruzar.
Obligar al local a elegir
La técnica del remonte se basa en crear un conflicto... Se trata de presentar un señuelo al pez local, especialmente curioso, y conseguir que lo siga hasta atacar. Moviendo el señuelo verticalmente desde el fondo hasta la superficie, se obliga al pez a seguirlo hasta llegar a esa infame meseta que no puede cruzar. Una vez que alcanza este límite, se ve obligado a tomar una decisión o arriesgarse a perder definitivamente su presa: ¡atacar o rendirse!

Obviamente no es tan sencillo
Aunque la técnica del remonte se basa en esta limitación física, como bien sabes, la pesca no es una ciencia y no siempre es sencilla. De hecho, subir un señuelo a la pared no siempre es suficiente y a menudo entran en juego otros parámetros: la forma del señuelo, su tamaño, su color, la velocidad de subida y las pausas son factores que tendrás que variar.