Diversidad de manchas
La bahía de Morlaix es un terreno de juego excepcional para la práctica del surfcasting gracias a la variedad de sus hábitats. Hay puntos rocosos expuestos, bajíos fangosos en el fondo de la bahía, zonas con corrientes donde la marea canaliza la alimentación de los peces, así como extensas playas oceánicas frente al mar. Cada sector tiene sus propias reglas y requiere su propia estrategia, tanto en términos de equipo como de elección del cebo.

El equipamiento necesario
El surfcasting en la bahía de Morlaix es una técnica exigente. Las cañas de 4 a 5 m de longitud deben ser capaces de propulsar plomadas de 80 a 200 g de peso. Los carretes potentes (tamaño 6000 a 9000) permiten lanzar lejos y recuperar rápido, a veces con cargas pesadas (algas, dobletes de peces).
La instalación depende del sustrato: trípodes lastrados para rocas, estacas para playas arenosas.
En cuanto a los montajes, las especificidades locales están marcadas por la presencia de algas y corrientes marinas.
Rara vez pescamos fino: 30/100 mínimo con snatch cónico, 50/100 cuerpo de línea y 35/100 plomadas. Se prefieren las plomadas de pinza para sujetar el fondo, pero es esencial variarlas a medida que avanza la sesión, ya que la fuerza de la corriente cambia con la marea. En condiciones más tranquilas o con coeficientes bajos, los plomos planos o piramidales aportan discreción y precisión.
Los anzuelos grandes, del 1/0 al 3/0, reducen las capturas accidentales y evitan herir a los peces pequeños. Se recomiendan los anzuelos circulares, sobre todo para el besugo y la dorada, ya que pican en el borde de los labios y limitan las roturas.

Recolección y elección del cebo
Una jornada de surfcasting suele comenzar con la recogida de cebo. Las lombrices y la grava, que son muy atractivas, se sacan con palas. Después se enhebran en anzuelos con largas agujas de cebar. También se pueden recoger navajas, berberechos o almejas, que son excelentes para pescar sargos.
El cangrejo verde es formidable con la lubina, como demuestran los análisis estomacales. Las gambas, los pececillos y los calamares completan la gama.
Para la dorada, verdadero grial del pescador, el cebo rey sigue siendo la almeja de concha blanda (kouilhoù kezeg en bretón), extraída de las profundidades de algunas costas. Combativo y delicado en el plato, este pescado es un símbolo del éxito de las sesiones estivales.
En la bahía también encontrará salmonetes, salmonetes rojos, salmonetes viejos, pintarrojas y, más raramente, anguilas (ahora protegidas). Las playas oceánicas son ideales para pescar peces planos.

Elegir el momento adecuado para la marea
La marea es la clave del surfcasting. Cada lugar tiene su propio ritmo: algunos cobran vida justo al comienzo de la subida, cuando las lubinas y los salmonetes entran en la bahía; otros producen algunas buenas doradas al comienzo de la bajamar. En general, la pleamar es el mejor momento para pescar, ya que permite observar el fondo y anticipar las zonas de alimentación.
Este tipo de pesca requiere vigilancia y organización: retroceder poco a poco con la marea, evitar estar rodeado de agua, sobre todo con varias cañas en acción.

Pesca deportiva y técnica
El surfcasting en la bahía de Morlaix no es sólo un juego de espera. Requiere una buena forma física, sobre todo cuando hay que salir con los vadeadores para lanzar o manejar el equipo con el viento y las olas. Observar las zonas de transición (rocas, arena, marismas) es esencial para localizar a los peces.
Aquí, la diversidad de hábitats, la fuerza de las corrientes y la amplitud de las mareas obligan a adaptarse constantemente. Los pescadores tienen que leer el paisaje, ajustar sus aparejos, variar sus cebos y mantenerse en movimiento. Son estas exigencias las que hacen que este deporte sea tan apasionante y que la bahía de Morlaix sea uno de los mejores lugares de Bretaña para la práctica del surfcasting.

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